El hombre del saco, como dice el tÃtulo, ya no es un extra–o. En ocasiones ni siquiera es un hombre ni lleva saco, puede ser también una mujer. Ya no necesitan las man¬tecas de sus vÃctimas, se trata de seducirles y acabar con sus vidas o dejarles marcados para siempre. No es necesario alertar a los niños sobre los desconocidos por¬que, cada vez con más frecuencia se dan casos de vÃcti¬mas de sus propios familiares o amigos. Incluso su propia madre o el compañero sentimental de ésta. La barbarie de antaño y la barbarie de hogaño. Han cambiado los móviles, pero persiste la idea de acabar con personas indefensas, las más vulnerables, a expensas de desa¬prensivos contra los que no hay defensa posible: pede¬rastas, desviados sexuales con componentes pedófilos, y voyeuristas. Este libro argumenta una selección de una treintena de casos desde finales del siglo XIX hasta hoy mismo, expo-niendo la evolución del hombre del saco