Eduardo J. Correa reconstruye, a partir de la evolución de una agrupación política claramente identificada, la presencia de un cuerpo ideológico católico en el movimiento revolucionario de 1910. Esta investigación se sitúa en los años que anteceden a la contienda armada y vincula la acción concreta del organismo con las luchas internas que en el siglo pasado enfrentaron a liberales y conservadores por la consolidación de México.