Marco Aurelio reinó en un tiempo turbulento: el inicio de la crisis general que vivirá el Imperio a lo largo del siglo III. Hispania y la Galia vivÃan en agitación, en Egipto y en Siria tenÃan lugar serios levantamientos, mientras que a lo largo del Danubio los bárbaros germanos traspasaban el limes o frontera romana para saquear las regiones fronterizas. Pero en tiempos de tribulación, el sabio emperador supo mantener la templanza con la ayuda del arma más poderosa: el amor a la filosofÃa con el que nutrÃa su espÃritu durante los descansos que le daba su intensa actividad bélica. El emperador dejó escritos estos soliloquios en unos cuadernos que le granjearÃan, contra lo que él mismo habÃa previsto, una fama que superarÃa el paso de siglos, y milenios. Los doce libros en que se organizan estas Meditaciones, también tituladas Pensamientos a sà mismo, una de las mejores sÃntesis de filosofÃa estoica, conforman luminoso conjunto de sentencias breves en la que el emperador reflexiona sobre asuntos como la libertad de la condición humana, la fugacidad del tiempo, la justificación de la moral o la esencia de la buena vida.