El fenómeno mÃstico aparece como una constante universal en todas las formaciones religiosas. En nuestros dÃas, se da además la novedosa reivindicación de una«mÃstica profana» que tendrÃa lugar fuera de los márgenes de la religión. Pero, aparte de los campos de la teologÃa y la espiritualidad, fueron la psiquiatrÃa, la psicologÃa y, después, el psicoanálisis las disciplinas que mostraron un mayor interés en la experiencia mÃstica.
La irrupción de intensas vivencias afectivas, a veces acompañadas de fenómenos especiales como son las visiones y revelaciones, hicieron pensar que los dinamismos negados de la conciencia encontraban en este tipo de experiencia una oportunidad única de expresión y reconocimiento. El carácter regresivo, insano, o propulsivo y benéfico que pudiera comportar la vivencia mÃstica fue y sigue siendo objeto de una encendida controversia.
Pero, más allá de la cuestión clÃnica, el fenómeno mÃstico se presenta como una particular forma de experiencia en la que las estructuras psÃquicas más profundas se encuentran inequÃvocamente comprometidas. Determinar cuáles son esas dimensiones del psiquismo implicadas y el sentido que puedan tener en la dinámica global de la personalidad constituye un objetivo central del presente estudio.
El análisis se limita a la mÃstica occidental y, dentro de ella, se pretende determinar cuál pueda ser el significado de ese Otro con el que el mÃstico se vincula en amor y gozo. Un Otro que simultáneamente puede provenir de ese «más acá» de la conciencia, en lo que serÃa el mundo inconsciente y, paralelamente, podrÃa estar remitiendo también a un «más allá» de la misma, a una realidad trascendente, sagrada o no, con la que el mÃstico dice estar en relación. El lugar de ese Otro en los mÃsticos de Occidente supone asà un reto apasionante al que esta obra intenta aproximarse.