Cada vez que Willi hace una trastada, su madre le dice que va a venir el hombre de negro a llevárselo. El niño se lo imagina como un ser monstruoso. Hasta que el hombre de negro aparece de pronto con el aspecto de un viejecito amable, no más alto que un paraguas. Se hacen muy amigos y el hombre ayuda a Willi en todas sus travesuras. Pero la madre lo descubre y, cuando intenta sacarlo de debajo de la cama con una escoba, el viejecito se convierte en un enorme monstruo. La madre, asustada, pide ayuda a Willi. El niño lo convence para que vuelva a ser como antes. También hace prometer a su madre que no dirá nunca ni una palabra más sobre el hombre de negro.
