Propagar esporádicamente los pensamientos, asà como cultivar la sensibilidad, es el tipo de trabajo que correspondÃa al «escolar americano», desde que Emerson le dio carta de naturaleza en su célebre conferencia, un oficio tan necesario como la agricultura, cuyas condiciones también venÃan dictadas por el cielo. La casa de un hombre debe ser su hogar, leemos en «Vida doméstica», y representa un mundo para él. Emerson admitÃa, por otro lado, que la granja en que pensaba no era la granja con que conversaba. La soledad de la primera se relacionarÃa no frontal, sino diagonalmente, por las páginas escritas y leÃdas, con la sociedad de la segunda. Este
es el trasfondo de las «eyaculaciones del alma» que recogen los doce capÃtulos de esta obra tardÃa de Emerson, Sociedad y soledad (1870), un verdadero reloj
o año para medir e interpretar los actos de habla y escenas de aprendizaje registradas por el autor, con las que una joven república americana trataba de
superar los difÃciles momentos de su reconstrucción.