El nombre del protagonista, Nilo, no ha sido elegido al azar, sino que ha sido escogido como símbolo de vida. Los tramos por los que su cauce zigzaguea (más de seis mil Km) es comparable con los parajes y vicisitudes por los que pasamos todos los seres humanos a lo largo de nuestro ôtrayectoö. A veces, solos. Tramos de cristalinas aguas que podrían ser nuestra infancia. Otros, peligrosos, con remolinos y turbulencias, asociados a la edad adulta, edad en la que estamos más preparados para luchar ùhasta contracorriente, si se tercia, por estar en nuestra plenitudù. Y tramos de remansos rodeados de relajante vegetación y también de cauces áridos, inhóspitos y ôsolitariosö, que marcan un camino sin retorno. La vejez.
