Es esta obra un viaje al pasado porque describe hechos y situaciones que se dieron en los duros aテアos del terrorismo de ETA, tal y como el autor los recogiテウ entonces en diarios, apuntes y anotaciones. Todo comienza en verano de 1979, frente a un edificio habitado por mandos militares que cada dテュa han de transitar por el corredor de la muerte; ese corto trayecto que discurre entre el portal y el vehテュculo oficial. El libro pretende transmitir, en presente y en primera persona, el horror y el dolor despuテゥs de un atentado. En segundos, un espacio de paz se transforma en un escenario de guerra; la emociテウn que inspira una madre que se refugia en un monテウlogo eterno para suplir el vacテュo que deja su hijo ausente; el miedo de muchos, que prefirieron cerrar las puertas y ventanas de sus casas para no ver el cuerpo del vecino tendido en medio de un charco de sangre -mejor enterarse despuテゥs por televisiテウn, asテュ el suceso parece algo mテ。s lejano-; la soledad de no pocos que soportaron la lluvia de plomo mientras muchos permanecieron con los brazos cruzados a la espera de que amainara; la colaboraciテウn activa con el terrorismo de una legiテウn de vascos: ツォETA, mテ。s metralletas, ETA, pim, pam, pumツサ y la complicidad pasiva de demasiados. Solo en ese contexto de miedos y complicidades puede ocurrir que unos pistoleros fusilen a un joven guardia civil y a su novia en la Noche de Reyes y que los vascos amanezcan gozosos recogiendo sus regalos