Aunque sea un libro algo técnico, todos los capÃtulos de la obra de Piketty (El capital en el siglo XXI) arrojan la misma conclusión: el capital y su rendimiento crecen desmesuradamente por su cuenta, más de lo que crece la economÃa. Eso tiene unas graves consecuencias, no solo económicas, sino humanas: ese capitalismo es lo más opuesto a la igualdad entre los humanos, produce desigualdades cada vez mayores, como ya avisó Keynes. Ahora bien: la igualdad habÃa sido el objetivo de los economistas más clásicos y, en ella, tropezamos con una palabra profundamente teológica, condensación de lo que la revelación de Dios dice sobre los hombres: hijos de un mismo Padre, hermanados todos en Cristo, hermanos y, por tanto, iguales entre ellos. EconomÃa y teologÃa dejan de ser entonces disciplinas ajenas y se encuentran en la búsqueda de la mayor igualdad posible entre los hijos de Dios. La economÃa deja de ser una ciencia matemática para convertirse en una ciencia humana, compañera de todas las ciencias humanas.
Temas como el dinero, los impuestos, los pobres, ya no son meramente éticos para convertirse en teológicos, como ya afirmó Benedicto XVI en la Asamblea de Aparecida (Brasil): porque, citando a Péguy, «lo sobrenatural es también carnal». Y como teológicos, son también temas antropológicos que reclaman una verdadera noción del concepto de persona, el cual (como anunciara E. Mounier) no incluye solo la dimensión individual sino también la comunitaria, que deberÃa desplegarse a lo largo de toda la historia humana hasta culminar en lo que san Pablo califica como «Dios todo en todos» y la historia anticipa como «comunión de lo Santo».
Piketty, que es posterior a Mayo del 68 y apenas tenÃa 10 años cuando cayó el Este, no puede ser desautorizado con etiquetas fáciles. Simplemente ha tratado de estudiar la economÃa desde su historia, para descubrir esa ley de desmadre del capital, que solo se invirtió en la primera mitad del siglo XX como efecto de las dos guerras mundiales. Las crÃticas esparcidas a lo largo de su texto, contra las polÃticas con que Europa y España han afrontado la crisis económica, dan nuevo interés a su obra.