El Gauleiter estuvo un rato saboreando el pequeño y voluptuoso placer de hurgarse con el dedo índice entre los dedos de los pies. Se quedó sentado un momento en el borde de la cama, carraspeó y se levantó para estirarse. Medía un metro setenta y pesaba unos ciento quince kilos: el perfecto jefe del Partido, con un cráneo amplio y denso de una anatomía tan sencilla como la de una piedra; su órgano principal, la boca, conectado mediante una gruesa cuerda al cerebro del Partido, sin zona de enfriamiento, sin cámara intermedia para la reflexión; dos simples líneas trazadas como el contorno de una barrica de las orejas a los tobillos y un esqueleto de pesados huesos rodeados de grasa. El trasero recordaba a dos asnos recostados el uno contra el otro. Era un experto en el uso del cuchillo y el tenedor y en el alzamiento del brazo para el saludo reglamentario. Sabía golpear y abofetear con un puño o con ambos, y sus pícaros ojos de cerdo conocían a la perfección la mira del rifle, la escopeta o la pistola. Sus músculos más desarrollados eran los de los glúteos que apretaba cuando se ponía firmes ante un superior.
Ludwig Bemelmans nació en 1898 en Merano, entonces en el Tirol austriaco. A los ocho años se trasladó a la ciudad natal de su madre, Ratisbona, en Alemania, y tras ser expulsado de varios colegios, su familia decidió enviarlo a Nueva York, donde desembarcó en 1914. Allí trabajó en diversos grandes hoteles, hasta que en 1934, animado por un amigo editor, decidió escribir su primer libro infantil, Hansi, ilustrado con sus propias acuarelas. A éste le siguieron varios libros infantiles más, pero sería con los cinco libros de Madeline -el primero publicado en 1939- que narran las aventuras de una niña en un internado de monjas parisino, con los que alcanzaría gran éxito. Bemelmans escribió también novelas como El Danubio azul (1945), Now I Lay Me Down to Sleep (1943) o The Street Where the Heart Lies (1963), textos humorísticos como Life Class (1938) y Hotel Splendide (1941), y libros de viajes como The Donkey Inside (1941), The Best of Times: An Account of Europe Revisited (1948) o Italian Holiday (1961). También colaboró con distintas revistas, entre ellas New Yorker, para la que hizo numerosas portadas. Murió en 1962.
