Bajo la obediencia a los designios de su hermano mayor subyace la intención de alejarse de él a como dé lugar. El viaje de Julia y Elena recién comienza y 150 leguas no serán suficientes para ser libres, pero les darán un respiro allí donde falte el aliento. Un matrimonio arreglado las acercará al coronel del ejército español Antonio Durán de la Cruz, quien sabe muy bien lo que debe hacer. Después de la pérdida de la mujer excepcional, que fuera el amor de su vida, tiene la obligación de volver a empezar. Para ello tendrá que reencontrarse con el hombre que alguna vez fue y aceptar que, más allá de la razón y de su propia voluntad, hay una línea, un destino y un lugar que le pertenece a cada ser humano y que no puede evadirse por siempre. Èl será el instrumento -quizá el único camino- hacia la libertad. Sin embargo, ellas tendrán la llave que abrirá las puertas del mundo nuevo que empezó a gestarse, entre murmullos y puntadas, durante los albores del siglo XIX y que será parte de la red de espías creada por las damas de alta sociedad salteñas en el Virreinato del Río de la Plata. Los vientos de cambio pueden transformarse en una esperanza cuando las alas todavía están a tiempo de levantar vuelo. Mirar atrás sólo podrá permitirse para tomar fuerzas y armarse ante los eventos que cruzarán sus miedos más profundos y de donde, indefectiblemente, renacerán para unirse en la lucha menos pensada.
