En mi colegio éramos todos iguales, aunque no tenÃamos el pelo del mismo color, ni los ojos, ni la piel? Bueno, habÃa un niño que se llamaba Manuel que sà era diferente. Al principio no se le notaba, pero con el tiempo empezó a vivir curiosas transformaciones que nos asustaban y divertÃan. Se iba haciendo gigante por etapas. Un dÃa le crecieron los pies, otro los ojos? Eso tenÃa sus ventajas y sus inconvenientes. ¡Vaya sustos nos pegaba a veces! Nosotros sabÃamos que era inofensivo, pero los del pueblo de al lado no pensaron lo mismo cuando arrancó un árbol de cuajo. Lo hizo sin querer. Solo querÃa coger la cometa que nos habÃa robado el viento.