Mis más bellas cicatrices bien podría ser espejo de los dolores y duelos ajenos, y de otros muchos vuelos. ¿Quién eres ¿Qué te define ¿Cuál es tu esencia ¿Eres quien eres o eres solamente lo que los demás esperan de ti Acaso sin todo lo que te envuelve y te rodea, te ahoga, te arrastra, arrostras y te lleva, ¿eres alguien Esa pregunta me hice a mis cuarenta y un años cuando el dolor me invadió y lo desplazó todo. Todo lo que hasta ese momento yo «era». Y entonces el tiempo, siempre insuficiente, y al que nunca había valorado, se convirtió en finito y en mi mayor aliado. Sin nada yo era solo «yo y mis circunstancias» e incluso deseé morirme un rato, no más, y otro día, tal vez, quizás, volver a empezar. Y con los ojos llagados de llorar hacia dentro, soñé que de mis vértebras torcidas, rotadas, brotaban alas, y entonces yo no era yo, yo era libre, era ligera y era feliz. Y así pasaron minutos de silencio, horas de silencio y días de silencio y tuve que desandar todo lo andado y volver a lugar del que yo misma en mi vagar errado me había desterrado para volver a mí. Y en el camino se me murió una madre que nunca más volverá a abrazarme. Y además des-amé al padre de mis dos hijos y por ello lloré mares de lágrimas hasta que solo quedó la sal. Pero al tiempo volví a sentir que no todo era frío ni oscuridad, que mi vida empezaba de nuevo, acaso casi desde menos cero, y que era por fin la era y el tiempo de ser quien soy hoy: soy nada, soy nadie y de nadie. Yo soy aire...