Acabamos de conmemorar el centenario de la muerte de Eduardo Benot, uno de los tres mejores gramáticos con que cuenta nuestra historia gramatical hasta principios del siglo XX: Antonio de Nebrija (1492), Andrés Bello (1847) y Eduardo Benot (1889) . El primero puso en Espa?a los cimientos del arte gramatical, como él gustaba decir; el segundo modeló y fijó los espacios interiores de los usos idiomáticos como nadie antes hab¡a hecho; y el gaditano Eduardo Benot (1822-1907) le buscó sentido y encontró funcionalidad a todo el edificio en el Âôsistema de masas elocutivasÂö que casi nadie entendió entonces y que ahora vemos renacidas en su Arte de hablar Âôcon el aroma mejor del huerto de Fray LuisÂö si se nos permite recurrir al verso de Antonio Machado. Los duendes del lenguaje versan esencialmente sobre los pronombres átonos de tercera persona (encl¡ticos y procl¡ticos) en su problemática combinatoria entre s¡ mismos y con los pronombres de las otras dos personas primera y segunda . Nada similar hallamos en los estudios que han ido apareciendo desde 1908 ; y, curiosamente, el conocimiento de sus hallazgos parece habérsele escapado a los que pasan por especialistas en el tema. Por ello, hemos considerado que el momento de poner sus descripciones y argumentaciones sobre la mesa para el debate ha llegado.