Siempre eché de menos en el cine y en el teatro escenas en las que un hombre se afeitara u orinara, o en las que una mujer se depilara o se cambiara de compresa. Los actores no se despeinan, ni siquiera cuando los golpean, y las actrices siempre están maquilladas, aunque se acaben de despertar. Volvemos a vernos es una bofetada a las convicciones. Eso supone valentía. Y ustedes, espectadores, se verán implicados en historias tan cercanas que también deberán tener valentía para observar.